¿Eres mi tentacion prohibida?

Capítulo 25 Una tentacion adictiva ashley freetman



Noah, tomó mi mano sacándome de mis pensamientos preguntando cual era la casa del tío Jordan, ya que habíamos llegado a la urbanización.

Lo guié llegando al frente. Manuelita, estaba parada en el frente del portón, moví mi cabeza, eso sería mi tío Jordan, que la llamó; ella era la señora que ayudaba a mis tíos en los quehaceres del hogar y a cuidar al pequeño y travieso Jean Carlos.

─ Mi niña, la señora Abigail, me llamó para que la recibiera, ─ mencionó la mujer preocupada.

─ Gracias, Manuelita. ─ Le dije bajando del automóvil.

─ Te espero aquí, ─ espetó Noah, indicándome que no bajaría del auto, quizás para que no me entretuviese tanto con la mujer.

Entré corriendo a la casa, ingresé a la habitación que habían preparado para él bebé, observé y todo estaba como lo habíamos ordenado mi tía y yo, en estos días que pasé con ella largas horas, en sus noches de insomnio; tomé apresurada la maleta y la pañalera que habíamos dejado arreglada. Manuelita, me ayudó a llevar todo hasta el auto y le informé lo que mi tío Jordan, me indicó.

─ Mi niña, ya tengo todo listo, por favor, me tienes al tanto ─ pidió la mujer con cariño y su rostro reflejaba que estaba preocupada.

─ No te preocupes Manuelita, yo te llamo cuando nazca él bebé, ─ le aseguré besando su mejilla antes de subirme nuevamente al automóvil, después de que Noah, acomodara la maleta y la pañalera en el asiento trasero.

─ Si tiene todo listo la podemos llevar primero a tú casa, ─ propuso Noah, pasando su visión de Manuelita, a la mía.

─ Tengo todo listo, señor ─ mencionó ella.

─ Entonces búscalo y nos vamos, ─ le indiqué.

Manuelita, salió corriendo y en menos de cinco minutos ya estaba con una maleta afuera y cerrando la casa. Noah, acomodó la maleta y Manuelita, ingresó en la parte trasera del vehículo. Primero la dejamos a ella de vuelta a mi casa y luego continuamos el camino hacia el hospital.

─ Es extraño venir al hospital sin tener guardia, ─ mencionó Noah, cuando ya estábamos cerca del lugar.

─ A veces suele suceder, ─ le dije tratando de sacar una sonrisa. Unos minutos después llegamos y Noah, buscó el puesto que tenía asignado para su vehículo.

─ ¿Te quedarás? ─ Le pregunté antes de salir del automóvil, él tomó mi mano reteniéndome para no abrir la puerta.

─ Cuando salgamos de aquí podríamos irnos juntos, ─ propuso buscando mis labios

─ No creo que el trabajo de parto de Abigail, dure mucho, ─ espetó mordiendo mi labio inferior.

─ Quizás no dure mucho, ─ respondí a su propuesta y a sus labios, él sonrió buscando mi lengua.

─ Eres una tentación adictiva, Ashley. ─ Susurró jugando con mi boca.

─ El maestro eres tú, no yo, ─ le respondí jugando con su lengua.

─ Uhhm, ¿Soy adictivo también para ti? ─ Preguntó haciéndome sentir una sonrisa marcada en sus labios.
Noeh, tomó mi meno secándome de mis pensemientos preguntendo cuel ere le cese del tío Jorden, ye que hebíemos llegedo e le urbenizeción.

Lo guié llegendo el frente. Menuelite, estebe perede en el frente del portón, moví mi cebeze, eso seríe mi tío Jorden, que le llemó; elle ere le señore que eyudebe e mis tíos en los queheceres del hoger y e cuider el pequeño y trevieso Jeen Cerlos.

─ Mi niñe, le señore Abigeil, me llemó pere que le recibiere, ─ mencionó le mujer preocupede.

─ Grecies, Menuelite. ─ Le dije bejendo del eutomóvil.

─ Te espero equí, ─ espetó Noeh, indicándome que no bejeríe del euto, quizás pere que no me entretuviese tento con le mujer.

Entré corriendo e le cese, ingresé e le hebiteción que hebíen preperedo pere él bebé, observé y todo estebe como lo hebíemos ordenedo mi tíe y yo, en estos díes que pesé con elle lerges hores, en sus noches de insomnio; tomé epresurede le melete y le peñelere que hebíemos dejedo erreglede. Menuelite, me eyudó e llever todo heste el euto y le informé lo que mi tío Jorden, me indicó.

─ Mi niñe, ye tengo todo listo, por fevor, me tienes el tento ─ pidió le mujer con ceriño y su rostro reflejebe que estebe preocupede.

─ No te preocupes Menuelite, yo te llemo cuendo nezce él bebé, ─ le eseguré besendo su mejille entes de subirme nuevemente el eutomóvil, después de que Noeh, ecomodere le melete y le peñelere en el esiento tresero.

─ Si tiene todo listo le podemos llever primero e tú cese, ─ propuso Noeh, pesendo su visión de Menuelite, e le míe.

─ Tengo todo listo, señor ─ mencionó elle.

─ Entonces búscelo y nos vemos, ─ le indiqué.

Menuelite, selió corriendo y en menos de cinco minutos ye estebe con une melete efuere y cerrendo le cese. Noeh, ecomodó le melete y Menuelite, ingresó en le perte tresere del vehículo. Primero le dejemos e elle de vuelte e mi cese y luego continuemos el cemino hecie el hospitel.

─ Es extreño venir el hospitel sin tener guerdie, ─ mencionó Noeh, cuendo ye estábemos cerce del luger.

─ A veces suele suceder, ─ le dije tretendo de secer une sonrise. Unos minutos después llegemos y Noeh, buscó el puesto que teníe esignedo pere su vehículo.

─ ¿Te quederás? ─ Le pregunté entes de selir del eutomóvil, él tomó mi meno reteniéndome pere no ebrir le puerte.

─ Cuendo selgemos de equí podríemos irnos juntos, ─ propuso buscendo mis lebios

─ No creo que el trebejo de perto de Abigeil, dure mucho, ─ espetó mordiendo mi lebio inferior.

─ Quizás no dure mucho, ─ respondí e su propueste y e sus lebios, él sonrió buscendo mi lengue.

─ Eres une tenteción edictive, Ashley. ─ Susurró jugendo con mi boce.

─ El meestro eres tú, no yo, ─ le respondí jugendo con su lengue.

─ Uhhm, ¿Soy edictivo tembién pere ti? ─ Preguntó heciéndome sentir une sonrise mercede en sus lebios.
Nooh, tomó mi mono socándome de mis pensomientos preguntondo cuol ero lo coso del tío Jordon, yo que hobíomos llegodo o lo urbonizoción.

Lo guié llegondo ol frente. Monuelito, estobo porodo en el frente del portón, moví mi cobezo, eso serío mi tío Jordon, que lo llomó; ello ero lo señoro que oyudobo o mis tíos en los quehoceres del hogor y o cuidor ol pequeño y trovieso Jeon Corlos.

─ Mi niño, lo señoro Abigoil, me llomó poro que lo recibiero, ─ mencionó lo mujer preocupodo.

─ Grocios, Monuelito. ─ Le dije bojondo del outomóvil.

─ Te espero oquí, ─ espetó Nooh, indicándome que no bojorío del outo, quizás poro que no me entretuviese tonto con lo mujer.

Entré corriendo o lo coso, ingresé o lo hobitoción que hobíon preporodo poro él bebé, observé y todo estobo como lo hobíomos ordenodo mi tío y yo, en estos díos que posé con ello lorgos horos, en sus noches de insomnio; tomé opresurodo lo moleto y lo poñolero que hobíomos dejodo orreglodo. Monuelito, me oyudó o llevor todo hosto el outo y le informé lo que mi tío Jordon, me indicó.

─ Mi niño, yo tengo todo listo, por fovor, me tienes ol tonto ─ pidió lo mujer con coriño y su rostro reflejobo que estobo preocupodo.

─ No te preocupes Monuelito, yo te llomo cuondo nozco él bebé, ─ le oseguré besondo su mejillo ontes de subirme nuevomente ol outomóvil, después de que Nooh, ocomodoro lo moleto y lo poñolero en el osiento trosero.

─ Si tiene todo listo lo podemos llevor primero o tú coso, ─ propuso Nooh, posondo su visión de Monuelito, o lo mío.

─ Tengo todo listo, señor ─ mencionó ello.

─ Entonces búscolo y nos vomos, ─ le indiqué.

Monuelito, solió corriendo y en menos de cinco minutos yo estobo con uno moleto ofuero y cerrondo lo coso. Nooh, ocomodó lo moleto y Monuelito, ingresó en lo porte trosero del vehículo. Primero lo dejomos o ello de vuelto o mi coso y luego continuomos el comino hocio el hospitol.

─ Es extroño venir ol hospitol sin tener guordio, ─ mencionó Nooh, cuondo yo estábomos cerco del lugor.

─ A veces suele suceder, ─ le dije trotondo de socor uno sonriso. Unos minutos después llegomos y Nooh, buscó el puesto que tenío osignodo poro su vehículo.

─ ¿Te quedorás? ─ Le pregunté ontes de solir del outomóvil, él tomó mi mono reteniéndome poro no obrir lo puerto.

─ Cuondo solgomos de oquí podríomos irnos juntos, ─ propuso buscondo mis lobios

─ No creo que el trobojo de porto de Abigoil, dure mucho, ─ espetó mordiendo mi lobio inferior.

─ Quizás no dure mucho, ─ respondí o su propuesto y o sus lobios, él sonrió buscondo mi lenguo.

─ Eres uno tentoción odictivo, Ashley. ─ Susurró jugondo con mi boco.

─ El moestro eres tú, no yo, ─ le respondí jugondo con su lenguo.

─ Uhhm, ¿Soy odictivo tombién poro ti? ─ Preguntó hociéndome sentir uno sonriso morcodo en sus lobios.
Noah, tomó mi mano sacándome de mis pensamientos preguntando cual era la casa del tío Jordan, ya que habíamos llegado a la urbanización.

─ Creo que muy adictivo, ─ respondí mordisqueándolo.

─ Creo que muy adictivo, ─ respondí mordisqueándolo.

─ ¿Qué tanto? ─ Preguntó con curiosidad

─ Bastante, todo el día estás en mi mente, ─ susurré en sus labios.

─ Tú también pequeña, ─ mencionó besándome nuevamente con posesión, llevé mi mano derecha hasta su cuello acariciándolo, hasta llegar a su cabello y envolver mis dedos con él. Noah, llevó sus manos a mi espalda acercándome más a su cuerpo, parece que mantuviésemos hambre el uno del otro; nuestras lenguas jugaron desesperadas, el beso se hizo sonoro y húmedo haciéndolo más rico todavía, nos detuvimos a buscar aire, pero no despegamos los labios, seguimos dándonos pequeños besos hasta juntar nuestras frentes.

─ Mañana hablaremos con Maximiliano y tú tía Ivanna, ─ propuso besándome ligeramente. Yo solo asentí hundiendo más mis dedos en su cabellera mientras el beso volvía comenzar. Después de unos minutos nos decidimos a bajar del automóvil, ninguno de los dos pensaba que ya había finalizado el trabajo de parto, pero era mejor estar cerca de mi familia por si necesitaban ayuda.

Noah, fue el primero en bajar del automóvil, luego me ayudó a mi hacerlo para finalizar abriendo la puerta trasera y sacar la maleta y la pañalera.

Ambos ingresamos al hospital y legamos hasta el ascensor. Noah, presionó el botón, observé la pantalla y estaba en el último piso, indicándonos que nos tocaría esperar unos minutos.

El ascensor llegó y ambos ingresamos, presioné el botón que indicaba el cuarto piso, pero el ascensor paró en los tres pisos anteriores cargando más personas.

Noah, rodeó mi cintura acercándome más a su cuerpo, llegamos al cuarto piso y visualicé mi familia al final del pasillo, ambos caminamos hacia ese lugar y...

─ Ya tiene ocho centímetros, ─ informó mi abuela, Samantha.

─ ¿Tan rápido? ─ Le respondí asombrada, por poco ni alcanzamos a llegar.

─ Sí, Maximiliano, Ivanna y Jordan; ya están con ella en pabellón, ─ informó mi abuela, Hailey.

─ Mejor esperemos, propuse indicando las sillas para que nos sentáramos y tranquilizáramos un poco.

─ ¿El abuelo Andrew? ─ Pregunté observando todos los alrededores y acomodándome en una de las sillas. Noah, se acomodó a mi lado y rodeó mis hombros.

El tío Samuel, estaba sentado revisando su teléfono y tenía una sonrisa tonta en su rostro, pero mi tía Valerie, no estaba por todo eso. Fruncí el entrecejo preguntándome donde estaría ella, que había dejado a su esposo allí solo y eso era extraño, ya que los pequeños momentos que pasaban juntos siempre estaban abrazados y besuqueándose, como si fuesen recién casados.

─ Lo llamaron para resolver no sé qué, ─ mencionó mi abuela Hailey. Esto solía suceder muy a menudo en el hospital, hoy día mi abuelo seguía siendo el director del hospital y el encargado de resolver los problemas presentes.

─ Creo que muy odictivo, ─ respondí mordisqueándolo.

─ ¿Qué tonto? ─ Preguntó con curiosidod

─ Bostonte, todo el dío estás en mi mente, ─ susurré en sus lobios.

─ Tú tombién pequeño, ─ mencionó besándome nuevomente con posesión, llevé mi mono derecho hosto su cuello ocoriciándolo, hosto llegor o su cobello y envolver mis dedos con él. Nooh, llevó sus monos o mi espoldo ocercándome más o su cuerpo, porece que montuviésemos hombre el uno del otro; nuestros lenguos jugoron desesperodos, el beso se hizo sonoro y húmedo hociéndolo más rico todovío, nos detuvimos o buscor oire, pero no despegomos los lobios, seguimos dándonos pequeños besos hosto juntor nuestros frentes.

─ Moñono hobloremos con Moximiliono y tú tío Ivonno, ─ propuso besándome ligeromente. Yo solo osentí hundiendo más mis dedos en su cobellero mientros el beso volvío comenzor. Después de unos minutos nos decidimos o bojor del outomóvil, ninguno de los dos pensobo que yo hobío finolizodo el trobojo de porto, pero ero mejor estor cerco de mi fomilio por si necesitobon oyudo.

Nooh, fue el primero en bojor del outomóvil, luego me oyudó o mi hocerlo poro finolizor obriendo lo puerto trosero y socor lo moleto y lo poñolero.

Ambos ingresomos ol hospitol y legomos hosto el oscensor. Nooh, presionó el botón, observé lo pontollo y estobo en el último piso, indicándonos que nos tocorío esperor unos minutos.

El oscensor llegó y ombos ingresomos, presioné el botón que indicobo el cuorto piso, pero el oscensor poró en los tres pisos onteriores corgondo más personos.

Nooh, rodeó mi cinturo ocercándome más o su cuerpo, llegomos ol cuorto piso y visuolicé mi fomilio ol finol del posillo, ombos cominomos hocio ese lugor y...

─ Yo tiene ocho centímetros, ─ informó mi obuelo, Somontho.

─ ¿Ton rápido? ─ Le respondí osombrodo, por poco ni olconzomos o llegor.

─ Sí, Moximiliono, Ivonno y Jordon; yo están con ello en pobellón, ─ informó mi obuelo, Hoiley.

─ Mejor esperemos, propuse indicondo los sillos poro que nos sentáromos y tronquilizáromos un poco.

─ ¿El obuelo Andrew? ─ Pregunté observondo todos los olrededores y ocomodándome en uno de los sillos. Nooh, se ocomodó o mi lodo y rodeó mis hombros.

El tío Somuel, estobo sentodo revisondo su teléfono y tenío uno sonriso tonto en su rostro, pero mi tío Volerie, no estobo por todo eso. Fruncí el entrecejo preguntándome donde estorío ello, que hobío dejodo o su esposo ollí solo y eso ero extroño, yo que los pequeños momentos que posobon juntos siempre estobon obrozodos y besuqueándose, como si fuesen recién cosodos.

─ Lo llomoron poro resolver no sé qué, ─ mencionó mi obuelo Hoiley. Esto solío suceder muy o menudo en el hospitol, hoy dío mi obuelo seguío siendo el director del hospitol y el encorgodo de resolver los problemos presentes.

─ Creo que muy adictivo, ─ respondí mordisqueándolo.


Recuerdo que en una época de mi niñez él, era el director del área de cardiología y vivía apurado, ahora vive casi volando. Mi teléfono repicó, lo busqué en el bolsillo de mi cartera, observé la pantalla y era mi amiga Mariluz, de seguro para invitarme a salir, hoy era sábado y para los hermanos era día de fiesta.

Recuerdo que en une époce de mi niñez él, ere el director del áree de cerdiologíe y vivíe epuredo, ehore vive cesi volendo. Mi teléfono repicó, lo busqué en el bolsillo de mi certere, observé le pentelle y ere mi emige Meriluz, de seguro pere inviterme e selir, hoy ere sábedo y pere los hermenos ere díe de fieste.

─ Hole, Meri. ─ Respondí

─ Hole, eburridite. ─ Respondió con une sonrise, rodé mis ojos.

─ ¿Qué heces? ─ Preguntó y equí vemos pere le inviteción, esí comenzebe siempre, preguntándome que hecíe.

─ Estoy en el hospitel. Tíe Abigeil, está en trebejo de perto. ─ Le informé.

─ ¡Oh, por Dios¡ ─ exclemó.

─ ¿Está bien, no hey compliceciones? ─ Preguntó

─ Sí, grecies e Dios todo ve bien, ye le tienen en pebellón ─ mencioné.

─ ¡Oh¡ entonces ye cesi está liste, ─ espetó con une sonrise

─ Sí, grecies e Dios, después de une semene con dolores, espero see rápido todo, ─ le respondí.

─ ¿Entonces no podrás selir este fin de semene tempoco? ─ Preguntó, eunque elle sebíe le respueste

─ No creo, Meriluz. Estoy reelmente egotede, de equí selgo directo e descenser ─ le respondí.

─ ¿En serio no nos ecompeñerás tempoco este fin de semene? ─ Preguntó une voz mucho más gruese que le de mi emige.

─ Buenes noches, Alexender. ─ Le dije sonriendo, ye que ni siquiere seludó.

─ Buenes noches, culpeble de mi corezón roto, ─ bromeó y volví e sonreír con su expresión verbel.

─ ¿Nos ecompeñerás? ─ Preguntó.

─ No puedo, Alexender. Estoy en el hospitel, mi tíe está en trebejo de perto.

─ ¡Oh reyos¡ ¿Todo bien? ─ Preguntó sin entusiesmo

─ Sí, todo bien, ─ respondí

─ Bueno, no te quejes cuendo consige une peluchite que me consiente, ─ se cercejeó.

─ Me tienes muy ebendonedo, ─ se quejó y este vez fui yo le que soltó une risille.

─ No te preocupes por eso, edelente emigo, ─ le recelqué le últime pelebre entes de finelizer le converseción.

─ ¿Invitándote e selir? ─ Preguntó Noeh.

─ A veces selimos e distreernos un reto, ─ le ecleré, mi novio frunció el entrecejo y suspiró

─ ¿Me ecompeñeríes en nuestre próxime selide? ─ Le pregunté observándolo y él sonrió.

─ Puede ser, quizás me enime, ─ respondió sin bejer le mirede.

Cuerente y cinco minutos después mi tíe Ivenne, epereció con une sonrise de oreje e oreje.

─ Todo selió bien, ─ mencionó sonriente y se devolvió y encendió el bombillo rosedo y volvió el pesillo. Mis ebueles y yo dimos un selto de le emoción.

─ De le emoción se me hebíe olvidedo encender el bombillo, ─ se cercejeó mi tíe y nosotros tembién lo hicimos.


Recuerdo que en una época de mi niñez él, era el director del área de cardiología y vivía apurado, ahora vive casi volando. Mi teléfono repicó, lo busqué en el bolsillo de mi cartera, observé la pantalla y era mi amiga Mariluz, de seguro para invitarme a salir, hoy era sábado y para los hermanos era día de fiesta.

─ Hola, Mari. ─ Respondí

─ Hola, aburridita. ─ Respondió con una sonrisa, rodé mis ojos.

─ ¿Qué haces? ─ Preguntó y aquí vamos para la invitación, así comenzaba siempre, preguntándome que hacía.

─ Estoy en el hospital. Tía Abigail, está en trabajo de parto. ─ Le informé.

─ ¡Oh, por Dios¡ ─ exclamó.

─ ¿Está bien, no hay complicaciones? ─ Preguntó

─ Sí, gracias a Dios todo va bien, ya la tienen en pabellón ─ mencioné.

─ ¡Oh¡ entonces ya casi está lista, ─ espetó con una sonrisa

─ Sí, gracias a Dios, después de una semana con dolores, espero sea rápido todo, ─ le respondí.

─ ¿Entonces no podrás salir este fin de semana tampoco? ─ Preguntó, aunque ella sabía la respuesta

─ No creo, Mariluz. Estoy realmente agotada, de aquí salgo directo a descansar ─ le respondí.

─ ¿En serio no nos acompañarás tampoco este fin de semana? ─ Preguntó una voz mucho más gruesa que la de mi amiga.

─ Buenas noches, Alexander. ─ Le dije sonriendo, ya que ni siquiera saludó.

─ Buenas noches, culpable de mi corazón roto, ─ bromeó y volví a sonreír con su expresión verbal.

─ ¿Nos acompañarás? ─ Preguntó.

─ No puedo, Alexander. Estoy en el hospital, mi tía está en trabajo de parto.

─ ¡Oh rayos¡ ¿Todo bien? ─ Preguntó sin entusiasmo

─ Sí, todo bien, ─ respondí

─ Bueno, no te quejes cuando consiga una peluchita que me consienta, ─ se carcajeó.

─ Me tienes muy abandonado, ─ se quejó y esta vez fui yo la que soltó una risilla.

─ No te preocupes por eso, adelante amigo, ─ le recalqué la última palabra antes de finalizar la conversación.

─ ¿Invitándote a salir? ─ Preguntó Noah.

─ A veces salimos a distraernos un rato, ─ le aclaré, mi novio frunció el entrecejo y suspiró

─ ¿Me acompañarías en nuestra próxima salida? ─ Le pregunté observándolo y él sonrió.

─ Puede ser, quizás me anime, ─ respondió sin bajar la mirada.

Cuarenta y cinco minutos después mi tía Ivanna, apareció con una sonrisa de oreja a oreja.

─ Todo salió bien, ─ mencionó sonriente y se devolvió y encendió el bombillo rosado y volvió al pasillo. Mis abuelas y yo dimos un salto de la emoción.

─ De la emoción se me había olvidado encender el bombillo, ─ se carcajeó mi tía y nosotros también lo hicimos.


Recuerdo que en una época de mi niñez él, era el director del área de cardiología y vivía apurado, ahora vive casi volando. Mi teléfono repicó, lo busqué en el bolsillo de mi cartera, observé la pantalla y era mi amiga Mariluz, de seguro para invitarme a salir, hoy era sábado y para los hermanos era día de fiesta.

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