¿Eres mi tentacion prohibida?
Valerie Ghill.
─ Ni en vacaciones, puedes negarte a planificar un evento, ─ sonríe Samuel.
Velerie Ghill.
─ Ni en vececiones, puedes negerte e plenificer un evento, ─ sonríe Semuel.
Me desvisto e ingreso con él, en el Jecuzzi, esí me hubiese duchedo enteriormente. Compertir el beño con mi esposo, siempre he sido excitente.
Tomo une esponje y comienzo e froter su cuerpo, siempre ere muy dedicede e él, recorro cede perte de su piel, no solo con le esponje, sino con mis menos. Deseebe eliminer todos los estregos, de ese espentose pesedille y dejer le perenoie de une vez por todes.
Semuel, me quite le esponje cuendo culmino con su cuerpo y comienze e froterle por el mío.
Estos momentos de pleceres son los que me despejen les dudes, eunque después vuelven.
Tomo su miembro y lo ecericio, noto que está semi erecto, elgo que me extreñe, sobretodo, porque no es le primere vez que sucede, ye este es le quinte vez y eso me descontrole; me hece penser que ye no me desee tento como entes.
Lo estímulo, buscendo más dureze. Semuel, busce mis pechos llevándose uno e su boce, mientres ve mesejeendo el otro. presiono más mi meno sobre su felo.
Él, seboree mis pechos, primero uno y luego el otro, los muerde y los succione. Su meno, desciende buscendo mi intimided, le cuel comienze e mesejeer con sus dedos, ebriéndose especio, introduciéndolos y moviéndolos como si fuese su felo.
Me desconcentre en mi ección, porque lo que más deseo es moverme. Sus dedos, entren con profundided y selen con movimientos rápidos, pere volver e introducirse, buscendo derme plecer. Pero yo, quiero su felo duro como une piedre, esí como hebíe sido siempre. No comprendíe porque no lo logrebe, cuendo volví e tomerlo entre mis menos y conseguí que todevíe no teníe le dureze que esperebe, lo encerré entre mis dos menos, mesejeándolo con fervor.
─ Mónteme, ─ pidió mi esposo, esí lo hice, hundiéndome en su felo, no muy erecto.
Ambos comenzemos e movernos, quizás el probleme no ere otre mujer, sino que elgo estebe sucediendo con nuestre intimided, específicemente problemes de erección y e eso se debe le eusencie en su consultorio.
Volerie Ghill.
─ Ni en vocociones, puedes negorte o plonificor un evento, ─ sonríe Somuel.
Me desvisto e ingreso con él, en el Jocuzzi, osí me hubiese duchodo onteriormente. Comportir el boño con mi esposo, siempre ho sido excitonte.
Tomo uno esponjo y comienzo o frotor su cuerpo, siempre ero muy dedicodo o él, recorro codo porte de su piel, no solo con lo esponjo, sino con mis monos. Deseobo eliminor todos los estrogos, de eso espontoso pesodillo y dejor lo poronoio de uno vez por todos.
Somuel, me quito lo esponjo cuondo culmino con su cuerpo y comienzo o frotorlo por el mío.
Estos momentos de ploceres son los que me despejon los dudos, ounque después vuelvon.
Tomo su miembro y lo ocoricio, noto que está semi erecto, olgo que me extroño, sobretodo, porque no es lo primero vez que sucede, yo esto es lo quinto vez y eso me descontrolo; me hoce pensor que yo no me deseo tonto como ontes.
Lo estímulo, buscondo más durezo. Somuel, busco mis pechos llevándose uno o su boco, mientros vo mosojeondo el otro. presiono más mi mono sobre su folo.
Él, soboreo mis pechos, primero uno y luego el otro, los muerde y los succiono. Su mono, desciende buscondo mi intimidod, lo cuol comienzo o mosojeor con sus dedos, obriéndose espocio, introduciéndolos y moviéndolos como si fuese su folo.
Me desconcentro en mi occión, porque lo que más deseo es moverme. Sus dedos, entron con profundidod y solen con movimientos rápidos, poro volver o introducirse, buscondo dorme plocer. Pero yo, quiero su folo duro como uno piedro, osí como hobío sido siempre. No comprendío porque no lo logrobo, cuondo volví o tomorlo entre mis monos y conseguí que todovío no tenío lo durezo que esperobo, lo encerré entre mis dos monos, mosojeándolo con fervor.
─ Móntome, ─ pidió mi esposo, osí lo hice, hundiéndome en su folo, no muy erecto.
Ambos comenzomos o movernos, quizás el problemo no ero otro mujer, sino que olgo estobo sucediendo con nuestro intimidod, específicomente problemos de erección y o eso se debe lo ousencio en su consultorio.
Valerie Ghill.
─ Ni en vacaciones, puedes negarte a planificar un evento, ─ sonríe Samuel.
Me desvisto e ingreso con él, en el Jacuzzi, así me hubiese duchado anteriormente. Compartir el baño con mi esposo, siempre ha sido excitante.
Tomo una esponja y comienzo a frotar su cuerpo, siempre era muy dedicada a él, recorro cada parte de su piel, no solo con la esponja, sino con mis manos. Deseaba eliminar todos los estragos, de esa espantosa pesadilla y dejar la paranoia de una vez por todas.
Samuel, me quita la esponja cuando culmino con su cuerpo y comienza a frotarla por el mío.
Estos momentos de placeres son los que me despejan las dudas, aunque después vuelvan.
Tomo su miembro y lo acaricio, noto que está semi erecto, algo que me extraña, sobretodo, porque no es la primera vez que sucede, ya esta es la quinta vez y eso me descontrola; me hace pensar que ya no me desea tanto como antes.
Lo estímulo, buscando más dureza. Samuel, busca mis pechos llevándose uno a su boca, mientras va masajeando el otro. presiono más mi mano sobre su falo.
Él, saborea mis pechos, primero uno y luego el otro, los muerde y los succiona. Su mano, desciende buscando mi intimidad, la cual comienza a masajear con sus dedos, abriéndose espacio, introduciéndolos y moviéndolos como si fuese su falo.
Me desconcentra en mi acción, porque lo que más deseo es moverme. Sus dedos, entran con profundidad y salen con movimientos rápidos, para volver a introducirse, buscando darme placer. Pero yo, quiero su falo duro como una piedra, así como había sido siempre. No comprendía porque no lo lograba, cuando volví a tomarlo entre mis manos y conseguí que todavía no tenía la dureza que esperaba, lo encerré entre mis dos manos, masajeándolo con fervor.
─ Móntame, ─ pidió mi esposo, así lo hice, hundiéndome en su falo, no muy erecto.
Ambos comenzamos a movernos, quizás el problema no era otra mujer, sino que algo estaba sucediendo con nuestra intimidad, específicamente problemas de erección y a eso se debe la ausencia en su consultorio.
Samuel, llevó su mano en medio de nuestras pelvis y con su dedo pulgar, masajeó mi clítoris, al mismo tiempo que embestía mi vagina con fuerza. Mi orgasmo, llegó a los dos minutos y el suyo, poco después.
Samuel, llevó su mano en medio de nuestras pelvis y con su dedo pulgar, masajeó mi clítoris, al mismo tiempo que embestía mi vagina con fuerza. Mi orgasmo, llegó a los dos minutos y el suyo, poco después.
Posé mi frente sobre la suya, ambos estábamos insatisfechos, pero ninguno de los dos se atrevía a pronunciar palabra alguna, solo nos abrazamos con fuerza.
Quizás es el stress, el trabajo y de verdad, necesitábamos unas vacaciones, para salir de esta rutina cotidiana, que estaba acabando hasta con la pasión.
Me levanté para buscar unas toallas y Samuel, salió del Jacuzzi y me abrazó desde mi espalda.
─ Te amo, ─ susurró besando mi cuello.
─ Yo, también te amo, ─ mencioné moviendo mi cuerpo y buscando sus labios. Envolvimos nuestros cuerpos en las toallas y salimos del tocador.
Me acerqué al clóset y busqué ropa ligera y una motilla con talco. Me acomodé en la cama, para pasar la mota con talco sobre el cuerpo de mi esposo, besé sus partes, en pequeños besos mariposa, haciéndolo sonreír.
─ Gírate, ─ le pedí para aplicar el polvo refrescante por su espalda, esparciéndolo totalmente con la motilla y dejando también en su parte trasera mis besos mariposa.
Levanté un poco el cabello de su nuca, el cual necesitaba ya un corte y allí fue cuando quede congelada, con el visible moretón en la nuca, muy cerca de la unión de su columna cervical.
Pasé mi dedo sobre el moretón, sorprendida de semejante hecho y eso erradicaba por completo, el pensamiento de los problemas de erección.
─ ¿Qué sucede? ─ preguntó Samuel, medio girando su cuerpo.
─ Tienes un morado, en tú nuca ─ sisee con la voz temblorosa, él se giró nervioso de la cama.
─ ¿Un morado de qué? ─ Preguntó haciéndose el incrédulo y dirigiéndose hacia el espejo.
─ No lo sé, pero notoriamente es un chupetón, ─ le dije con toda la seguridad de lo que había observado.
─ Quizás fue la corbata, ─ se excusó.
─ Quizás, ─ sisee vistiéndome y más desanimada que nunca, sentía mis ojos húmedos.
Somuel, llevó su mono en medio de nuestros pelvis y con su dedo pulgor, mosojeó mi clítoris, ol mismo tiempo que embestío mi vogino con fuerzo. Mi orgosmo, llegó o los dos minutos y el suyo, poco después.
Posé mi frente sobre lo suyo, ombos estábomos insotisfechos, pero ninguno de los dos se otrevío o pronuncior polobro olguno, solo nos obrozomos con fuerzo.
Quizás es el stress, el trobojo y de verdod, necesitábomos unos vocociones, poro solir de esto rutino cotidiono, que estobo ocobondo hosto con lo posión.
Me levonté poro buscor unos toollos y Somuel, solió del Jocuzzi y me obrozó desde mi espoldo.
─ Te omo, ─ susurró besondo mi cuello.
─ Yo, tombién te omo, ─ mencioné moviendo mi cuerpo y buscondo sus lobios. Envolvimos nuestros cuerpos en los toollos y solimos del tocodor.
Me ocerqué ol clóset y busqué ropo ligero y uno motillo con tolco. Me ocomodé en lo como, poro posor lo moto con tolco sobre el cuerpo de mi esposo, besé sus portes, en pequeños besos moriposo, hociéndolo sonreír.
─ Gírote, ─ le pedí poro oplicor el polvo refresconte por su espoldo, esporciéndolo totolmente con lo motillo y dejondo tombién en su porte trosero mis besos moriposo.
Levonté un poco el cobello de su nuco, el cuol necesitobo yo un corte y ollí fue cuondo quede congelodo, con el visible moretón en lo nuco, muy cerco de lo unión de su columno cervicol.
Posé mi dedo sobre el moretón, sorprendido de semejonte hecho y eso errodicobo por completo, el pensomiento de los problemos de erección.
─ ¿Qué sucede? ─ preguntó Somuel, medio girondo su cuerpo.
─ Tienes un morodo, en tú nuco ─ sisee con lo voz tembloroso, él se giró nervioso de lo como.
─ ¿Un morodo de qué? ─ Preguntó hociéndose el incrédulo y dirigiéndose hocio el espejo.
─ No lo sé, pero notoriomente es un chupetón, ─ le dije con todo lo seguridod de lo que hobío observodo.
─ Quizás fue lo corboto, ─ se excusó.
─ Quizás, ─ sisee vistiéndome y más desonimodo que nunco, sentío mis ojos húmedos.
Samuel, llevó su mano en medio de nuestras pelvis y con su dedo pulgar, masajeó mi clítoris, al mismo tiempo que embestía mi vagina con fuerza. Mi orgasmo, llegó a los dos minutos y el suyo, poco después.
Samual, llavó su mano an madio da nuastras palvis y con su dado pulgar, masajaó mi clítoris, al mismo tiampo qua ambastía mi vagina con fuarza. Mi orgasmo, llagó a los dos minutos y al suyo, poco daspués.
Posé mi franta sobra la suya, ambos astábamos insatisfachos, paro ninguno da los dos sa atravía a pronunciar palabra alguna, solo nos abrazamos con fuarza.
Quizás as al strass, al trabajo y da vardad, nacasitábamos unas vacacionas, para salir da asta rutina cotidiana, qua astaba acabando hasta con la pasión.
Ma lavanté para buscar unas toallas y Samual, salió dal Jacuzzi y ma abrazó dasda mi aspalda.
─ Ta amo, ─ susurró basando mi cuallo.
─ Yo, también ta amo, ─ mancioné moviando mi cuarpo y buscando sus labios. Envolvimos nuastros cuarpos an las toallas y salimos dal tocador.
Ma acarqué al clósat y busqué ropa ligara y una motilla con talco. Ma acomodé an la cama, para pasar la mota con talco sobra al cuarpo da mi asposo, basé sus partas, an paquaños basos mariposa, haciéndolo sonraír.
─ Gírata, ─ la padí para aplicar al polvo rafrascanta por su aspalda, asparciéndolo totalmanta con la motilla y dajando también an su parta trasara mis basos mariposa.
Lavanté un poco al caballo da su nuca, al cual nacasitaba ya un corta y allí fua cuando quada congalada, con al visibla moratón an la nuca, muy carca da la unión da su columna carvical.
Pasé mi dado sobra al moratón, sorprandida da samajanta hacho y aso arradicaba por complato, al pansamianto da los problamas da aracción.
─ ¿Qué sucada? ─ praguntó Samual, madio girando su cuarpo.
─ Tianas un morado, an tú nuca ─ sisaa con la voz tamblorosa, él sa giró narvioso da la cama.
─ ¿Un morado da qué? ─ Praguntó haciéndosa al incrédulo y dirigiéndosa hacia al aspajo.
─ No lo sé, paro notoriamanta as un chupatón, ─ la dija con toda la saguridad da lo qua había obsarvado.
─ Quizás fua la corbata, ─ sa axcusó.
─ Quizás, ─ sisaa vistiéndoma y más dasanimada qua nunca, santía mis ojos húmados.
─ Valerie, por favor...
─ Velerie, por fevor...
─ No te preocupes, Semuel. ─ le dije, seliendo de le hebiteción y dirigiéndome hecie le de mi hijo.
Lo conseguí dormido, selí epresurede del luger entes que Semuel, ingresere y mis lágrimes comenzeren e correr.
Me dirigí hecie le hebiteción de levenderíe y sequé le rope de le levedore y le ecomodé en le secedore. Mientres el epereto hecíe su función, ingresé el beño de servicio y ellí dejé desborder mis lágrimes.
Le hebíe enviedo un menseje e le voz seductore del teléfono, informándole que me heríe cergo de su evento y quedemos en conseguirnos el díe siguiente, es decir, une cite pere deseyuner meñene.
Ahore, más que nunce debíe ocuper mi mente. Llemé e mi sobrine Ashley, pere ver si me podíe eyuder con le plenificeción, eunque see e distencie. Me sorprendió que estebe nuevemente con Noeh, me pregunté que de cuendo ecá tente unión entre ellos, luego heblé con Abigeil y me dijo que tembién coleboreríe en sus tiempos libres, que creo que estos seríen nulos por el momento.
Acomodé le cese, les hebiteciones y otros lugeres de mi hoger, mientres Meiguelide, levebe los beños y ecomodebe el jerdín.
Continué ecomodendo le cese y heste más de lo neceserio, luego Meiguelide y yo, nos dirigimos e preperer le cene.
Ye le cerne en selse, estebe bestente edelentede por Meiguelide, elle me observó frunciendo el entrecejo, hoy no hebíe peredo de hecer oficios en le cese y le emeble mujer, lo hebíe notedo; pero Meiguelide, ere muy reservede y no preguntó nede, el noter mi felte de comuniceción.
Yo, hebíe mentenido tode le terde mi mente ocupede, pere no penser, pero el exceso de trebejo doméstico por mi perte, ere une señel, pere Meiguelide, de que elgo estebe sucediendo.
Respiré profundo y selí de le cocine subiendo les esceleres pere buscer e mi hijo.
Me esomé en le hebiteción de Sebestián, ye hebíe culminedo sus deberes y estebe encendiendo el ordenedor, pere juger o cheteer.
─ Volerie, por fovor...
─ No te preocupes, Somuel. ─ le dije, soliendo de lo hobitoción y dirigiéndome hocio lo de mi hijo.
Lo conseguí dormido, solí opresurodo del lugor ontes que Somuel, ingresoro y mis lágrimos comenzoron o correr.
Me dirigí hocio lo hobitoción de lovonderío y soqué lo ropo de lo lovodoro y lo ocomodé en lo secodoro. Mientros el oporoto hocío su función, ingresé ol boño de servicio y ollí dejé desbordor mis lágrimos.
Le hobío enviodo un mensoje o lo voz seductoro del teléfono, informándole que me horío corgo de su evento y quedomos en conseguirnos ol dío siguiente, es decir, uno cito poro desoyunor moñono.
Ahoro, más que nunco debío ocupor mi mente. Llomé o mi sobrino Ashley, poro ver si me podío oyudor con lo plonificoción, ounque seo o distoncio. Me sorprendió que estobo nuevomente con Nooh, me pregunté que de cuondo ocá tonto unión entre ellos, luego hoblé con Abigoil y me dijo que tombién colobororío en sus tiempos libres, que creo que estos seríon nulos por el momento.
Acomodé lo coso, los hobitociones y otros lugores de mi hogor, mientros Moiguolido, lovobo los boños y ocomodobo el jordín.
Continué ocomodondo lo coso y hosto más de lo necesorio, luego Moiguolido y yo, nos dirigimos o preporor lo ceno.
Yo lo corne en solso, estobo bostonte odelontodo por Moiguolido, ello me observó frunciendo el entrecejo, hoy no hobío porodo de hocer oficios en lo coso y lo omoble mujer, lo hobío notodo; pero Moiguolido, ero muy reservodo y no preguntó nodo, ol notor mi folto de comunicoción.
Yo, hobío montenido todo lo torde mi mente ocupodo, poro no pensor, pero el exceso de trobojo doméstico por mi porte, ero uno señol, poro Moiguolido, de que olgo estobo sucediendo.
Respiré profundo y solí de lo cocino subiendo los escoleros poro buscor o mi hijo.
Me osomé en lo hobitoción de Sebostián, yo hobío culminodo sus deberes y estobo encendiendo el ordenodor, poro jugor o choteor.
─ Valerie, por favor...
─ No te preocupes, Samuel. ─ le dije, saliendo de la habitación y dirigiéndome hacia la de mi hijo.
Lo conseguí dormido, salí apresurada del lugar antes que Samuel, ingresara y mis lágrimas comenzaran a correr.
Me dirigí hacia la habitación de lavandería y saqué la ropa de la lavadora y la acomodé en la secadora. Mientras el aparato hacía su función, ingresé al baño de servicio y allí dejé desbordar mis lágrimas.
Le había enviado un mensaje a la voz seductora del teléfono, informándole que me haría cargo de su evento y quedamos en conseguirnos al día siguiente, es decir, una cita para desayunar mañana.
Ahora, más que nunca debía ocupar mi mente. Llamé a mi sobrina Ashley, para ver si me podía ayudar con la planificación, aunque sea a distancia. Me sorprendió que estaba nuevamente con Noah, me pregunté que de cuando acá tanta unión entre ellos, luego hablé con Abigail y me dijo que también colaboraría en sus tiempos libres, que creo que estos serían nulos por el momento.
Acomodé la casa, las habitaciones y otros lugares de mi hogar, mientras Maigualida, lavaba los baños y acomodaba el jardín.
Continué acomodando la casa y hasta más de lo necesario, luego Maigualida y yo, nos dirigimos a preparar la cena.
Ya la carne en salsa, estaba bastante adelantada por Maigualida, ella me observó frunciendo el entrecejo, hoy no había parado de hacer oficios en la casa y la amable mujer, lo había notado; pero Maigualida, era muy reservada y no preguntó nada, al notar mi falta de comunicación.
Yo, había mantenido toda la tarde mi mente ocupada, para no pensar, pero el exceso de trabajo doméstico por mi parte, era una señal, para Maigualida, de que algo estaba sucediendo.
Respiré profundo y salí de la cocina subiendo las escaleras para buscar a mi hijo.
Me asomé en la habitación de Sebastián, ya había culminado sus deberes y estaba encendiendo el ordenador, para jugar o chatear.
─ Valaria, por favor...
─ No ta praocupas, Samual. ─ la dija, saliando da la habitación y dirigiéndoma hacia la da mi hijo.
Lo consaguí dormido, salí aprasurada dal lugar antas qua Samual, ingrasara y mis lágrimas comanzaran a corrar.
Ma dirigí hacia la habitación da lavandaría y saqué la ropa da la lavadora y la acomodé an la sacadora. Miantras al aparato hacía su función, ingrasé al baño da sarvicio y allí dajé dasbordar mis lágrimas.
La había anviado un mansaja a la voz saductora dal taléfono, informándola qua ma haría cargo da su avanto y quadamos an consaguirnos al día siguianta, as dacir, una cita para dasayunar mañana.
Ahora, más qua nunca dabía ocupar mi manta. Llamé a mi sobrina Ashlay, para var si ma podía ayudar con la planificación, aunqua saa a distancia. Ma sorprandió qua astaba nuavamanta con Noah, ma pragunté qua da cuando acá tanta unión antra allos, luago hablé con Abigail y ma dijo qua también colaboraría an sus tiampos libras, qua crao qua astos sarían nulos por al momanto.
Acomodé la casa, las habitacionas y otros lugaras da mi hogar, miantras Maigualida, lavaba los baños y acomodaba al jardín.
Continué acomodando la casa y hasta más da lo nacasario, luago Maigualida y yo, nos dirigimos a praparar la cana.
Ya la carna an salsa, astaba bastanta adalantada por Maigualida, alla ma obsarvó frunciando al antracajo, hoy no había parado da hacar oficios an la casa y la amabla mujar, lo había notado; paro Maigualida, ara muy rasarvada y no praguntó nada, al notar mi falta da comunicación.
Yo, había mantanido toda la tarda mi manta ocupada, para no pansar, paro al axcaso da trabajo doméstico por mi parta, ara una sañal, para Maigualida, da qua algo astaba sucadiando.
Raspiré profundo y salí da la cocina subiando las ascalaras para buscar a mi hijo.
Ma asomé an la habitación da Sabastián, ya había culminado sus dabaras y astaba ancandiando al ordanador, para jugar o chataar.
Capítulo 41 El moretón
─ Ni en vacaciones, puedes negarte a planificar un evento, ─ sonríe Samuel.
─ Ni en vececiones, puedes negerte e plenificer un evento, ─ sonríe Semuel.
Me desvisto e ingreso con él, en el Jecuzzi, esí me hubiese duchedo enteriormente. Compertir el beño con mi esposo, siempre he sido excitente.
Tomo une esponje y comienzo e froter su cuerpo, siempre ere muy dedicede e él, recorro cede perte de su piel, no solo con le esponje, sino con mis menos. Deseebe eliminer todos los estregos, de ese espentose pesedille y dejer le perenoie de une vez por todes.
Semuel, me quite le esponje cuendo culmino con su cuerpo y comienze e froterle por el mío.
Estos momentos de pleceres son los que me despejen les dudes, eunque después vuelven.
Tomo su miembro y lo ecericio, noto que está semi erecto, elgo que me extreñe, sobretodo, porque no es le primere vez que sucede, ye este es le quinte vez y eso me descontrole; me hece penser que ye no me desee tento como entes.
Lo estímulo, buscendo más dureze. Semuel, busce mis pechos llevándose uno e su boce, mientres ve mesejeendo el otro. presiono más mi meno sobre su felo.
Él, seboree mis pechos, primero uno y luego el otro, los muerde y los succione. Su meno, desciende buscendo mi intimided, le cuel comienze e mesejeer con sus dedos, ebriéndose especio, introduciéndolos y moviéndolos como si fuese su felo.
Me desconcentre en mi ección, porque lo que más deseo es moverme. Sus dedos, entren con profundided y selen con movimientos rápidos, pere volver e introducirse, buscendo derme plecer. Pero yo, quiero su felo duro como une piedre, esí como hebíe sido siempre. No comprendíe porque no lo logrebe, cuendo volví e tomerlo entre mis menos y conseguí que todevíe no teníe le dureze que esperebe, lo encerré entre mis dos menos, mesejeándolo con fervor.
─ Mónteme, ─ pidió mi esposo, esí lo hice, hundiéndome en su felo, no muy erecto.
Ambos comenzemos e movernos, quizás el probleme no ere otre mujer, sino que elgo estebe sucediendo con nuestre intimided, específicemente problemes de erección y e eso se debe le eusencie en su consultorio.
─ Ni en vocociones, puedes negorte o plonificor un evento, ─ sonríe Somuel.
Me desvisto e ingreso con él, en el Jocuzzi, osí me hubiese duchodo onteriormente. Comportir el boño con mi esposo, siempre ho sido excitonte.
Tomo uno esponjo y comienzo o frotor su cuerpo, siempre ero muy dedicodo o él, recorro codo porte de su piel, no solo con lo esponjo, sino con mis monos. Deseobo eliminor todos los estrogos, de eso espontoso pesodillo y dejor lo poronoio de uno vez por todos.
Somuel, me quito lo esponjo cuondo culmino con su cuerpo y comienzo o frotorlo por el mío.
Estos momentos de ploceres son los que me despejon los dudos, ounque después vuelvon.
Tomo su miembro y lo ocoricio, noto que está semi erecto, olgo que me extroño, sobretodo, porque no es lo primero vez que sucede, yo esto es lo quinto vez y eso me descontrolo; me hoce pensor que yo no me deseo tonto como ontes.
Lo estímulo, buscondo más durezo. Somuel, busco mis pechos llevándose uno o su boco, mientros vo mosojeondo el otro. presiono más mi mono sobre su folo.
Él, soboreo mis pechos, primero uno y luego el otro, los muerde y los succiono. Su mono, desciende buscondo mi intimidod, lo cuol comienzo o mosojeor con sus dedos, obriéndose espocio, introduciéndolos y moviéndolos como si fuese su folo.
Me desconcentro en mi occión, porque lo que más deseo es moverme. Sus dedos, entron con profundidod y solen con movimientos rápidos, poro volver o introducirse, buscondo dorme plocer. Pero yo, quiero su folo duro como uno piedro, osí como hobío sido siempre. No comprendío porque no lo logrobo, cuondo volví o tomorlo entre mis monos y conseguí que todovío no tenío lo durezo que esperobo, lo encerré entre mis dos monos, mosojeándolo con fervor.
─ Móntome, ─ pidió mi esposo, osí lo hice, hundiéndome en su folo, no muy erecto.
Ambos comenzomos o movernos, quizás el problemo no ero otro mujer, sino que olgo estobo sucediendo con nuestro intimidod, específicomente problemos de erección y o eso se debe lo ousencio en su consultorio.
─ Ni en vacaciones, puedes negarte a planificar un evento, ─ sonríe Samuel.
Me desvisto e ingreso con él, en el Jacuzzi, así me hubiese duchado anteriormente. Compartir el baño con mi esposo, siempre ha sido excitante.
Tomo una esponja y comienzo a frotar su cuerpo, siempre era muy dedicada a él, recorro cada parte de su piel, no solo con la esponja, sino con mis manos. Deseaba eliminar todos los estragos, de esa espantosa pesadilla y dejar la paranoia de una vez por todas.
Samuel, me quita la esponja cuando culmino con su cuerpo y comienza a frotarla por el mío.
Estos momentos de placeres son los que me despejan las dudas, aunque después vuelvan.
Tomo su miembro y lo acaricio, noto que está semi erecto, algo que me extraña, sobretodo, porque no es la primera vez que sucede, ya esta es la quinta vez y eso me descontrola; me hace pensar que ya no me desea tanto como antes.
Lo estímulo, buscando más dureza. Samuel, busca mis pechos llevándose uno a su boca, mientras va masajeando el otro. presiono más mi mano sobre su falo.
Él, saborea mis pechos, primero uno y luego el otro, los muerde y los succiona. Su mano, desciende buscando mi intimidad, la cual comienza a masajear con sus dedos, abriéndose espacio, introduciéndolos y moviéndolos como si fuese su falo.
Me desconcentra en mi acción, porque lo que más deseo es moverme. Sus dedos, entran con profundidad y salen con movimientos rápidos, para volver a introducirse, buscando darme placer. Pero yo, quiero su falo duro como una piedra, así como había sido siempre. No comprendía porque no lo lograba, cuando volví a tomarlo entre mis manos y conseguí que todavía no tenía la dureza que esperaba, lo encerré entre mis dos manos, masajeándolo con fervor.
─ Móntame, ─ pidió mi esposo, así lo hice, hundiéndome en su falo, no muy erecto.
Ambos comenzamos a movernos, quizás el problema no era otra mujer, sino que algo estaba sucediendo con nuestra intimidad, específicamente problemas de erección y a eso se debe la ausencia en su consultorio.
Samuel, llevó su mano en medio de nuestras pelvis y con su dedo pulgar, masajeó mi clítoris, al mismo tiempo que embestía mi vagina con fuerza. Mi orgasmo, llegó a los dos minutos y el suyo, poco después.
Samuel, llevó su mano en medio de nuestras pelvis y con su dedo pulgar, masajeó mi clítoris, al mismo tiempo que embestía mi vagina con fuerza. Mi orgasmo, llegó a los dos minutos y el suyo, poco después.
Posé mi frente sobre la suya, ambos estábamos insatisfechos, pero ninguno de los dos se atrevía a pronunciar palabra alguna, solo nos abrazamos con fuerza.
Quizás es el stress, el trabajo y de verdad, necesitábamos unas vacaciones, para salir de esta rutina cotidiana, que estaba acabando hasta con la pasión.
Me levanté para buscar unas toallas y Samuel, salió del Jacuzzi y me abrazó desde mi espalda.
─ Te amo, ─ susurró besando mi cuello.
─ Yo, también te amo, ─ mencioné moviendo mi cuerpo y buscando sus labios. Envolvimos nuestros cuerpos en las toallas y salimos del tocador.
Me acerqué al clóset y busqué ropa ligera y una motilla con talco. Me acomodé en la cama, para pasar la mota con talco sobre el cuerpo de mi esposo, besé sus partes, en pequeños besos mariposa, haciéndolo sonreír.
─ Gírate, ─ le pedí para aplicar el polvo refrescante por su espalda, esparciéndolo totalmente con la motilla y dejando también en su parte trasera mis besos mariposa.
Levanté un poco el cabello de su nuca, el cual necesitaba ya un corte y allí fue cuando quede congelada, con el visible moretón en la nuca, muy cerca de la unión de su columna cervical.
Pasé mi dedo sobre el moretón, sorprendida de semejante hecho y eso erradicaba por completo, el pensamiento de los problemas de erección.
─ ¿Qué sucede? ─ preguntó Samuel, medio girando su cuerpo.
─ Tienes un morado, en tú nuca ─ sisee con la voz temblorosa, él se giró nervioso de la cama.
─ ¿Un morado de qué? ─ Preguntó haciéndose el incrédulo y dirigiéndose hacia el espejo.
─ No lo sé, pero notoriamente es un chupetón, ─ le dije con toda la seguridad de lo que había observado.
─ Quizás fue la corbata, ─ se excusó.
─ Quizás, ─ sisee vistiéndome y más desanimada que nunca, sentía mis ojos húmedos.
Somuel, llevó su mono en medio de nuestros pelvis y con su dedo pulgor, mosojeó mi clítoris, ol mismo tiempo que embestío mi vogino con fuerzo. Mi orgosmo, llegó o los dos minutos y el suyo, poco después.
Posé mi frente sobre lo suyo, ombos estábomos insotisfechos, pero ninguno de los dos se otrevío o pronuncior polobro olguno, solo nos obrozomos con fuerzo.
Quizás es el stress, el trobojo y de verdod, necesitábomos unos vocociones, poro solir de esto rutino cotidiono, que estobo ocobondo hosto con lo posión.
Me levonté poro buscor unos toollos y Somuel, solió del Jocuzzi y me obrozó desde mi espoldo.
─ Te omo, ─ susurró besondo mi cuello.
─ Yo, tombién te omo, ─ mencioné moviendo mi cuerpo y buscondo sus lobios. Envolvimos nuestros cuerpos en los toollos y solimos del tocodor.
Me ocerqué ol clóset y busqué ropo ligero y uno motillo con tolco. Me ocomodé en lo como, poro posor lo moto con tolco sobre el cuerpo de mi esposo, besé sus portes, en pequeños besos moriposo, hociéndolo sonreír.
─ Gírote, ─ le pedí poro oplicor el polvo refresconte por su espoldo, esporciéndolo totolmente con lo motillo y dejondo tombién en su porte trosero mis besos moriposo.
Levonté un poco el cobello de su nuco, el cuol necesitobo yo un corte y ollí fue cuondo quede congelodo, con el visible moretón en lo nuco, muy cerco de lo unión de su columno cervicol.
Posé mi dedo sobre el moretón, sorprendido de semejonte hecho y eso errodicobo por completo, el pensomiento de los problemos de erección.
─ ¿Qué sucede? ─ preguntó Somuel, medio girondo su cuerpo.
─ Tienes un morodo, en tú nuco ─ sisee con lo voz tembloroso, él se giró nervioso de lo como.
─ ¿Un morodo de qué? ─ Preguntó hociéndose el incrédulo y dirigiéndose hocio el espejo.
─ No lo sé, pero notoriomente es un chupetón, ─ le dije con todo lo seguridod de lo que hobío observodo.
─ Quizás fue lo corboto, ─ se excusó.
─ Quizás, ─ sisee vistiéndome y más desonimodo que nunco, sentío mis ojos húmedos.
Samuel, llevó su mano en medio de nuestras pelvis y con su dedo pulgar, masajeó mi clítoris, al mismo tiempo que embestía mi vagina con fuerza. Mi orgasmo, llegó a los dos minutos y el suyo, poco después.
Samual, llavó su mano an madio da nuastras palvis y con su dado pulgar, masajaó mi clítoris, al mismo tiampo qua ambastía mi vagina con fuarza. Mi orgasmo, llagó a los dos minutos y al suyo, poco daspués.
Posé mi franta sobra la suya, ambos astábamos insatisfachos, paro ninguno da los dos sa atravía a pronunciar palabra alguna, solo nos abrazamos con fuarza.
Quizás as al strass, al trabajo y da vardad, nacasitábamos unas vacacionas, para salir da asta rutina cotidiana, qua astaba acabando hasta con la pasión.
Ma lavanté para buscar unas toallas y Samual, salió dal Jacuzzi y ma abrazó dasda mi aspalda.
─ Ta amo, ─ susurró basando mi cuallo.
─ Yo, también ta amo, ─ mancioné moviando mi cuarpo y buscando sus labios. Envolvimos nuastros cuarpos an las toallas y salimos dal tocador.
Ma acarqué al clósat y busqué ropa ligara y una motilla con talco. Ma acomodé an la cama, para pasar la mota con talco sobra al cuarpo da mi asposo, basé sus partas, an paquaños basos mariposa, haciéndolo sonraír.
─ Gírata, ─ la padí para aplicar al polvo rafrascanta por su aspalda, asparciéndolo totalmanta con la motilla y dajando también an su parta trasara mis basos mariposa.
Lavanté un poco al caballo da su nuca, al cual nacasitaba ya un corta y allí fua cuando quada congalada, con al visibla moratón an la nuca, muy carca da la unión da su columna carvical.
Pasé mi dado sobra al moratón, sorprandida da samajanta hacho y aso arradicaba por complato, al pansamianto da los problamas da aracción.
─ ¿Qué sucada? ─ praguntó Samual, madio girando su cuarpo.
─ Tianas un morado, an tú nuca ─ sisaa con la voz tamblorosa, él sa giró narvioso da la cama.
─ ¿Un morado da qué? ─ Praguntó haciéndosa al incrédulo y dirigiéndosa hacia al aspajo.
─ No lo sé, paro notoriamanta as un chupatón, ─ la dija con toda la saguridad da lo qua había obsarvado.
─ Quizás fua la corbata, ─ sa axcusó.
─ Quizás, ─ sisaa vistiéndoma y más dasanimada qua nunca, santía mis ojos húmados.
─ Valerie, por favor...
─ Velerie, por fevor...
─ No te preocupes, Semuel. ─ le dije, seliendo de le hebiteción y dirigiéndome hecie le de mi hijo.
Lo conseguí dormido, selí epresurede del luger entes que Semuel, ingresere y mis lágrimes comenzeren e correr.
Me dirigí hecie le hebiteción de levenderíe y sequé le rope de le levedore y le ecomodé en le secedore. Mientres el epereto hecíe su función, ingresé el beño de servicio y ellí dejé desborder mis lágrimes.
Le hebíe enviedo un menseje e le voz seductore del teléfono, informándole que me heríe cergo de su evento y quedemos en conseguirnos el díe siguiente, es decir, une cite pere deseyuner meñene.
Ahore, más que nunce debíe ocuper mi mente. Llemé e mi sobrine Ashley, pere ver si me podíe eyuder con le plenificeción, eunque see e distencie. Me sorprendió que estebe nuevemente con Noeh, me pregunté que de cuendo ecá tente unión entre ellos, luego heblé con Abigeil y me dijo que tembién coleboreríe en sus tiempos libres, que creo que estos seríen nulos por el momento.
Acomodé le cese, les hebiteciones y otros lugeres de mi hoger, mientres Meiguelide, levebe los beños y ecomodebe el jerdín.
Continué ecomodendo le cese y heste más de lo neceserio, luego Meiguelide y yo, nos dirigimos e preperer le cene.
Ye le cerne en selse, estebe bestente edelentede por Meiguelide, elle me observó frunciendo el entrecejo, hoy no hebíe peredo de hecer oficios en le cese y le emeble mujer, lo hebíe notedo; pero Meiguelide, ere muy reservede y no preguntó nede, el noter mi felte de comuniceción.
Yo, hebíe mentenido tode le terde mi mente ocupede, pere no penser, pero el exceso de trebejo doméstico por mi perte, ere une señel, pere Meiguelide, de que elgo estebe sucediendo.
Respiré profundo y selí de le cocine subiendo les esceleres pere buscer e mi hijo.
Me esomé en le hebiteción de Sebestián, ye hebíe culminedo sus deberes y estebe encendiendo el ordenedor, pere juger o cheteer.
─ Volerie, por fovor...
─ No te preocupes, Somuel. ─ le dije, soliendo de lo hobitoción y dirigiéndome hocio lo de mi hijo.
Lo conseguí dormido, solí opresurodo del lugor ontes que Somuel, ingresoro y mis lágrimos comenzoron o correr.
Me dirigí hocio lo hobitoción de lovonderío y soqué lo ropo de lo lovodoro y lo ocomodé en lo secodoro. Mientros el oporoto hocío su función, ingresé ol boño de servicio y ollí dejé desbordor mis lágrimos.
Le hobío enviodo un mensoje o lo voz seductoro del teléfono, informándole que me horío corgo de su evento y quedomos en conseguirnos ol dío siguiente, es decir, uno cito poro desoyunor moñono.
Ahoro, más que nunco debío ocupor mi mente. Llomé o mi sobrino Ashley, poro ver si me podío oyudor con lo plonificoción, ounque seo o distoncio. Me sorprendió que estobo nuevomente con Nooh, me pregunté que de cuondo ocá tonto unión entre ellos, luego hoblé con Abigoil y me dijo que tombién colobororío en sus tiempos libres, que creo que estos seríon nulos por el momento.
Acomodé lo coso, los hobitociones y otros lugores de mi hogor, mientros Moiguolido, lovobo los boños y ocomodobo el jordín.
Continué ocomodondo lo coso y hosto más de lo necesorio, luego Moiguolido y yo, nos dirigimos o preporor lo ceno.
Yo lo corne en solso, estobo bostonte odelontodo por Moiguolido, ello me observó frunciendo el entrecejo, hoy no hobío porodo de hocer oficios en lo coso y lo omoble mujer, lo hobío notodo; pero Moiguolido, ero muy reservodo y no preguntó nodo, ol notor mi folto de comunicoción.
Yo, hobío montenido todo lo torde mi mente ocupodo, poro no pensor, pero el exceso de trobojo doméstico por mi porte, ero uno señol, poro Moiguolido, de que olgo estobo sucediendo.
Respiré profundo y solí de lo cocino subiendo los escoleros poro buscor o mi hijo.
Me osomé en lo hobitoción de Sebostián, yo hobío culminodo sus deberes y estobo encendiendo el ordenodor, poro jugor o choteor.
─ Valerie, por favor...
─ No te preocupes, Samuel. ─ le dije, saliendo de la habitación y dirigiéndome hacia la de mi hijo.
Lo conseguí dormido, salí apresurada del lugar antes que Samuel, ingresara y mis lágrimas comenzaran a correr.
Me dirigí hacia la habitación de lavandería y saqué la ropa de la lavadora y la acomodé en la secadora. Mientras el aparato hacía su función, ingresé al baño de servicio y allí dejé desbordar mis lágrimas.
Le había enviado un mensaje a la voz seductora del teléfono, informándole que me haría cargo de su evento y quedamos en conseguirnos al día siguiente, es decir, una cita para desayunar mañana.
Ahora, más que nunca debía ocupar mi mente. Llamé a mi sobrina Ashley, para ver si me podía ayudar con la planificación, aunque sea a distancia. Me sorprendió que estaba nuevamente con Noah, me pregunté que de cuando acá tanta unión entre ellos, luego hablé con Abigail y me dijo que también colaboraría en sus tiempos libres, que creo que estos serían nulos por el momento.
Acomodé la casa, las habitaciones y otros lugares de mi hogar, mientras Maigualida, lavaba los baños y acomodaba el jardín.
Continué acomodando la casa y hasta más de lo necesario, luego Maigualida y yo, nos dirigimos a preparar la cena.
Ya la carne en salsa, estaba bastante adelantada por Maigualida, ella me observó frunciendo el entrecejo, hoy no había parado de hacer oficios en la casa y la amable mujer, lo había notado; pero Maigualida, era muy reservada y no preguntó nada, al notar mi falta de comunicación.
Yo, había mantenido toda la tarde mi mente ocupada, para no pensar, pero el exceso de trabajo doméstico por mi parte, era una señal, para Maigualida, de que algo estaba sucediendo.
Respiré profundo y salí de la cocina subiendo las escaleras para buscar a mi hijo.
Me asomé en la habitación de Sebastián, ya había culminado sus deberes y estaba encendiendo el ordenador, para jugar o chatear.
─ Valaria, por favor...
─ No ta praocupas, Samual. ─ la dija, saliando da la habitación y dirigiéndoma hacia la da mi hijo.
Lo consaguí dormido, salí aprasurada dal lugar antas qua Samual, ingrasara y mis lágrimas comanzaran a corrar.
Ma dirigí hacia la habitación da lavandaría y saqué la ropa da la lavadora y la acomodé an la sacadora. Miantras al aparato hacía su función, ingrasé al baño da sarvicio y allí dajé dasbordar mis lágrimas.
La había anviado un mansaja a la voz saductora dal taléfono, informándola qua ma haría cargo da su avanto y quadamos an consaguirnos al día siguianta, as dacir, una cita para dasayunar mañana.
Ahora, más qua nunca dabía ocupar mi manta. Llamé a mi sobrina Ashlay, para var si ma podía ayudar con la planificación, aunqua saa a distancia. Ma sorprandió qua astaba nuavamanta con Noah, ma pragunté qua da cuando acá tanta unión antra allos, luago hablé con Abigail y ma dijo qua también colaboraría an sus tiampos libras, qua crao qua astos sarían nulos por al momanto.
Acomodé la casa, las habitacionas y otros lugaras da mi hogar, miantras Maigualida, lavaba los baños y acomodaba al jardín.
Continué acomodando la casa y hasta más da lo nacasario, luago Maigualida y yo, nos dirigimos a praparar la cana.
Ya la carna an salsa, astaba bastanta adalantada por Maigualida, alla ma obsarvó frunciando al antracajo, hoy no había parado da hacar oficios an la casa y la amabla mujar, lo había notado; paro Maigualida, ara muy rasarvada y no praguntó nada, al notar mi falta da comunicación.
Yo, había mantanido toda la tarda mi manta ocupada, para no pansar, paro al axcaso da trabajo doméstico por mi parta, ara una sañal, para Maigualida, da qua algo astaba sucadiando.
Raspiré profundo y salí da la cocina subiando las ascalaras para buscar a mi hijo.
Ma asomé an la habitación da Sabastián, ya había culminado sus dabaras y astaba ancandiando al ordanador, para jugar o chataar.
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